jueves, 20 de agosto de 2009

El último adiós....



Y si... yo aún la quería, la extrañaba, la adoraba, y sin embargo sus ojos relucían odio. Que colores se estancaban en su mirada, un arco iris de sentimientos mal sanos de un rencor que me hacia llorar en mi alma moribunda.
Tenue e incandescente, era el color de su piel, una cabellera rubia, opaca y desparramada en un horizonte de abismales mordazas. Aún me odiaba, aún me odiaba y solo atiné a bajar la mirada, cogió mi mano izquierda y la besó, no le dije nada.
Me dio un abrazo muy cándido, muy tierno, y con su voz de alondra me dijo:
- ¡Te amo, tanto como te odio!... ¡José!
La abracé muy fuerte, besé sus cabellos dorados, toqué mis labios en su frente, llevé sus manos a mis ojos y en ellas se quedaron mis últimas lágrimas por ella y le dije:
- Lo nuestro no fue amor sino deseo... mi cuoricino di oro.
Le di la espalda, me abrazó muy fuerte, y lloró diciéndome:
- Por más que no lo intente, siempre te amaré.