miércoles, 8 de junio de 2011

La mariposa y el chogüí... (tercera parte)

La tarde se veía tan hermosa, tan bella, tan naranja. Estaban lejos ya del lugar donde el pequeño había encontrado a Remi.
Reían, cantaban, corrían. Los pájaros aún volaban y trinaban, todo, parecía como antes y Remi olvido por un instante su tristeza.
-         Mira, amigo, tú no puedes hacer esto.
Agarraba las cuatro naranjas que aún le quedaban y las lanzó al aire.
-         ¡Se te van a caer! – grito Remi.
-         Jajajaja, no, no, jajajaja, mira… ves… a mi no se me caen.
Remi quedo asombrado como podía mantener en equilibrio las cuatro naranjas en el aire, con sus manos, su pequeño amigo.
-         ves no se me caen… ahora mira… camino y aún las mantengo en el aire, ahora, mira, voy a retroceder y no se me caerán.
Y avanzaba el niño y retrocedía mas, en eso tropieza con una piedra y cae sentado; las naranjas volaron por los aires, cayendo en la cabeza del niño.
-         Ay ay ay ay pobre de mi, pobre mi, pobre mi – Se sobaba su cabeza el pequeño.
Remi se asusto al principio y se acerco para tratar de ayudarlo pero al ver como quedo el niño y los ademanes que hacia se empezó a reír.
-         Jajajaja ves no debiste hacer eso.
Su amiguito al ver que Remi reía y estaba feliz empezó a reír junto a él.
-         Jajajaja si tienes razón no debí hacer eso.
Pasaron tres mariposas de colores y una libélula, Remi recordó lo que  le había prometido su amigo.
-         Cuéntame la historia de la mariposa, quiero saber porqué es así como es.
-         Ven siéntate aquí junto a mi y te contare la historia – le dijo su amigo.
Remi se sentó al frente de su amigo dispuesto a oír la historia.
-         Ella era una niña algo caprichosa, lo que le gustaba, trataba de conseguirlo, se lo pedía a su mamá y la pobre trataba de cumplirle su deseo. Ya tenían años viviendo por estos lugares: descendientes de europeos, traídas acá por los bienes terrenales que le había dejado su padre de la niña (muerto en una guerra de esas tantas que sólo traen desgracias).
-         Tú hablas muy raro, pareces un adulto – le dijo Remi a su amigo.
-         Jajajaja… ¿lo crees?... es que a mi me gusta aprender y cuando vienen los adultos con sus libros a leer en el campo, yo me subo a una rama de cualquier árbol y desde ahí también leo los que ellos leen, si me gusta la historia les lanzo una naranja sino despego las alas y me voy.
-         ¿Despegas las alas?... ¿tú tienes alas? – le quedo mirando Remi al niño.
-         ¿Quieres que te cuenta la historia de la mariposa o que responda tus preguntas? – se pone seriecito el niño esperando la respuesta de Remi.
-         ¿Y no puede ser las dos? – contestándole mientras sonríe.
-         Primero te cuento la historia de la mariposa entonces y ya después, si me acuerdo, respondo tus preguntas – lo dice mientras ríe.
-         Ya, entonces sigue contándome la historia.
-         Le gustaba coleccionar insectos de cualquier clase, sobre todo las mariposas, tenia una gran colección y todas estaban dentro de un cristal, a su mamá no le gustaba que hiciera eso con las pobres, pero a ella no le importaba, lo que más ansiaba era tener todas las mariposas de todo el mundo. Un día mientras buscaba una, encontró a una señora, que le había estado mirando desde rato.
-         A ti te gusta, coleccionar mariposas, ¿no es así, Dania?
-         Usted cómo sabe mi nombre.
-         Sé mucho sobre ti y sobre lo que te gusta… ¿te gustaría ver a la reina o más bien a la emperatriz de ellas?
-         Si, si, quiero verla y después atraparla para ponerla en mi colección.
-         Ven, ven, que yo te llevaré donde se encuentra ella.
-   Dania, la siguió a la mujer, y la llevo muy lejos donde se hallaba grandes árboles       y arbustos.
-         No veo nada, solo árboles y más árboles… ¿Dónde está la reina de las mariposas?... ¿Dónde está?
-         Atrás de ellos, atrás de ellos ve y míralo por ti misma.
-   Corrió con todas sus fuerzas y al entrar al lugar vio algo jamás visto por ojos      humanos. Un cielo muy azul y muy bello, un sol resplandeciente dorado, unas flores muy bellas, que jamás había visto en su vida y unas aves de vestimentas muy llamativas que trinaban preciosamente. De repente aparecieron las mariposas, eran tan bellas y tan distintas a las que tenía que quiso tocarla pero no pudo.
-         ¿Donde esta la emperatriz o reina de las mariposas?... ¿donde está?... no la veo.
-         Allá, allá está sobre el lago celestial, sobre el lago celestial- Escucho que le decían.
-     Y ella fue, y mientras corría se sintió ligera muy ligera. No se dio cuenta que ya       no pisaba sobre el campo, que estaba sobre el mismo lago.
-         ¿Dónde está?... no la veo.
-         Si, si, acá está le dijeron- apareciendo junto a ella la extraña mujer que había visto anteriormente.
-         ¿Dónde está?... ¿Dónde está?
-         Acá ves, acá mírala -  extendió su mano la mujer mostrándole un espejo.
-         Pero si soy yo, si soy yo, ¿cómo es posible?, ¿cómo?, ¿cómo?
-         Oyó una risa muy fuerte y suave que le decía.
-         Así te quedaras y tus lamentos se oirán como un alegre canto, y tus pedidas de auxilio como una risa burlona y nadie, absolutamente nadie te ayudara, sólo la inocencia en su desobediencia podrá salvarte mas aun ella tendrá su castigo, los años de tu castigo serán trasladado a él y sólo, solamente un sortilegio más bello podrá librarlo.
-         Pobre niña, pero eso le sucedió por ser mala con las mariposas y por no obedecer a su mamá, seguro su mamá le dijo que no se fuera con extraños y ya ves lo que le sucedió, pero aun así pobrecita, yo cuando la toque se desapareció, eso quiere decir que murió o que el encantamiento ¿se rompió?.
-         No, no murió, regreso a casa con su mamá, ¿quieres verla?
-         Si, si, si puedes quiero verla.
El niño agarro una hoja grande que había por el lugar, agarro una a una las tres naranjas y las exprimió, cayendo el néctar en la hoja.
-         Mírala, mírala ahí está.
Remi miró en la hoja y en efecto estaba la niña rubia de ojos verdes esmeralda junto a su mamá, ayudándola en los quehaceres de la casa.
-         Debe estar muy feliz al estar junto a su mamá y como veo ya no hace cosas malas, entonces yo era la inocencia que dijo la mujer que la podía liberar de cómo estaba, entonces quien es el sortilegio más bello que me libro del mío por no obedecer a mi mamá… ¿tu sabes quien fue o fueron las naranjas que me diste o eres tú?... ¿y quien era esa mujer?... contéstame amigo, contéstame.
El niño de piel canela no respondía, miró los cielos y entono una canción, con una tristeza que hizo que los propios cielos llorarán con él.

Rohechaga'u che symi porã
ha ku mombyry chehegui reime,
reikuaa nga'u py'a tarova
nachemonguevéiva ymaite guive.
Ñemokunu' hyakuãmba voíva
roheja guive chemotyre',
hi'ã chepepo, aveve aha,
nde ypýpe aguejy, roñandu che sy.

Las lágrimas pequeñitas del niño surcaban su rostro inocente y el viento junto a él tarareaba la canción que tanto dolía. Remi no sabía cómo o porqué entendía la canción.

Te extraño madrecita linda
y tan lejos estás de mí,
acaso supieras la aflicción
que no me deja dormir desde hace mucho.
Esos mimos perfumados
desde que te dejé me abandonaron,
ojalá tuviera alas, ir volando,
bajar junto a ti, estar contigo madre.

Y Remi empezó a llorar y a pedir a su mamá, a llamar a su perrito, a pedir perdón por todo y su amiguito lo miró, se seco sus lágrimas y le dijo:

-         Remi, Remi, mira allá, allá viene tu mamá y tu perrito, ahí vienen, ahí vienen.

Remi escucho los ladridos de su perro y la voz de su madre que lo llamaban.