Soy un heraldo sombrío,
que espera taciturno,
sobre la tumba de mi amada muerta
por mi infaustó egoísmo.
¡Eres mi maldición!
¡Eres mi destrucción!
¡Eres mi adoración!
¡Eres mi salvación!
Pero no quiero volar en
un infinito vació,
con el llanto desabrido
de nuestro amor mal nacido.
¡No quiero vivir!
¡No quiero surgir!
¡No quiero huir!
¡No quiero pedir perdón por mí!
Solo quiero estar,
eternamente sobre ti;
esperando por siempre tú renacer.
Para acabar contigo otra vez,
con tus labios llenos de dulce querer,
con mis besos de hiel,
con mis pensamientos de temer.
¡Eres mi gran dolor!
¡Eres mi inmenso amor!
¡Eres mi cándida bendición!
Y yo,
¡Tu maldita perdición!
que espera taciturno,
sobre la tumba de mi amada muerta
por mi infaustó egoísmo.
¡Eres mi maldición!
¡Eres mi destrucción!
¡Eres mi adoración!
¡Eres mi salvación!
Pero no quiero volar en
un infinito vació,
con el llanto desabrido
de nuestro amor mal nacido.
¡No quiero vivir!
¡No quiero surgir!
¡No quiero huir!
¡No quiero pedir perdón por mí!
Solo quiero estar,
eternamente sobre ti;
esperando por siempre tú renacer.
Para acabar contigo otra vez,
con tus labios llenos de dulce querer,
con mis besos de hiel,
con mis pensamientos de temer.
¡Eres mi gran dolor!
¡Eres mi inmenso amor!
¡Eres mi cándida bendición!
Y yo,
¡Tu maldita perdición!
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