sábado, 14 de agosto de 2010

Las estrellas...

A veces, cuando estoy solo, me gusta ir a lo apartado del bullicio, donde no se encuentran las risas falsas, los pesares o las desilusiones, me gusta liberarme de todo y echarme sobre el manto cuasi verde del invierno o de los rayos del sol que de vez en cuando despierta; y las horas pasan rápidamente y me encuentro bajo la luz tenue de las estrellas que brillan en ese lugar donde ellas son más que puntitos de colores, si tengo suerte veo como un cometa pasa raudamente y al tocarlas hace que tintineen con una musiquita de tristeza parecida a las lágrimas.

Son tantas, incontables, bellas, lindas, enanitas y hermosas como luciérnagas y no sé por qué, me acuerdo de ti, y pienso si aún me esperas en mi pequeño mundo, donde mis volcanes y mis baobabs eran mis únicas compañías, me pregunto si aún tienes tus espinas, si aún deseas ser una mariposita rubí que vuela en mi pequeño jardín.

Me pregunto si aún me quieres y me lloras en tu soledad, si aún deseas que vuelva junto a ti pero no, no, no es bueno que me engañe porque para ti el orgullo fue siempre más grande que el amor.

Si me preguntaras si aún te quiero, sólo mira las estrellas desde donde estés, que ellas siempre estarán ahí queditas, llorando por ti.



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