viernes, 13 de mayo de 2011

La caperuza roja...


Había una vez una caperuza que tenia que ir hasta la casa de su abuela, a dejarle regalos y otras cosas que ella juntó para un día tan especial.


A la caperuza siempre le dijeron, que no fuera tan sola por el bosque porque dentro de él había muchos lobos.

- Los lobos son muy feos, viejos y tontos, por más que tengan autos, casas y sean adorados por gente tan estupidas como ellos, por nada del mundo les haré caso – se decía así misma la caperuza.

Y se arreglo toda ella y partió a la casa de la abuela, dicho y hecho aparecieron los lobos, jóvenes, no tantos y algunos muy viejos, le decían palabras edulcoradas, le ofrecían lo que otras tal vez deseaban pero, ella no les daba la más minima importancia.

Más de uno se enfureció de sus desplantes y trato de poseerla por la fuerza, pero los pobres idiotas no sabían que ella era experta en artes marciales.

Se oyeron, golpes, gritos y aullidos y los pobres lobos salieron corriendo con la cola entre las piernas. Se reía muy tenuemente la caperuza, como el brotar de los pétalos de las rosas.

- ¡Para que vean sarnosos que no todas somos iguales!

Todos los animalitos pequeños y medianos del bosque vitorearon a la niña ya que los lobos se hacían de odiar por su pedantería.

La caperuza prosiguió su camino y ya para llegar a la casa de la abuelita se encontró con un carnerito de ojos azules que tristemente balaba.

- ¿Qué es lo que tienes bonito? – le preguntó la caperuza.

Y el pobre animalito, la miró y le contestó:

- Yo quería a una ovejita de ojos verdes que era muy alegre, le di todo lo que tenia, mi cariño, mi dinero, mi fortuna y hasta un poco más, sin embargo, un día conoció a un sátiro que sufría de alopecia y se fue con él, dejándome en la más vil de las miserias.

- Pobre de ti – le dijo la caperuza. Vente conmigo que yo te cuidaré y te haré olvidar a esa ingrata oveja.

El carnerito baló de alegría y se fue con la caperuza a la casa de la abuelita. Y vivieron ahí con la abuelita por cierto tiempo muy felices; hasta que un día de tan gordito que estaba el carnerito, la caperuza y la abuela se lo comieron sin ninguna consideración.


hahahahaha ¿qué clase de cuento es ése?, no lo dirás por mi... ¿no?  xD
¡pagliaccio! ;D

martes, 3 de mayo de 2011

Allá...

Allá donde la aurora
esconde su delirio.

Donde los ángeles esbirros
son llamados profetas de mil lunas

Allá en el umbral del Pegaso
blanco y dormido.

Donde tu risa quedo estampada
en una promesa del lirio.

Aún suenan las últimas campanadas
del atrio acaecido.

Y te acuerdas de mí.
Y me acuerdo de ti.

Y el pobre mendigo de alas de plata,
de mitología barata.

Rompe con tristeza la última flecha
de su aljaba,
sucio, roído y sin brío.