En un cielo deslumbrante,
sin nubes,
ni estrellas palpitantes.
¡Caen unos copitos negros!
Son bellos y hermosos.
Pequeñas perlitas negras,
dientecitos de alabastro.
Se esparcen en la infinidad
de espacios dorados,
se oyen sus pequeñas voces,
pero todo es tan callado.
¡Sienten hambre!
¡Sienten frió!
¡Sienten calor!
¡Sienten pena en el corazón!
El mundo benigno y arrogante
los ve con tristeza y desdén:
¡Solo vienen a sufrir,
ha este infierno cruel de dante!
Con sus ángeles de la guarda:
Brunos y oscuros,
solo esperan sus muertes
sin ningún disimulo.
En un desierto desolado,
caen unos copitos negros.
Todos gimen de melancolía,
y poco a poco se van de esta vida.
Con sus barriguitas hinchadas,
con sus perlitas negras desvalidas,
y con el llanto de morir, todos los días.
sin nubes,
ni estrellas palpitantes.
¡Caen unos copitos negros!
Son bellos y hermosos.
Pequeñas perlitas negras,
dientecitos de alabastro.
Se esparcen en la infinidad
de espacios dorados,
se oyen sus pequeñas voces,
pero todo es tan callado.
¡Sienten hambre!
¡Sienten frió!
¡Sienten calor!
¡Sienten pena en el corazón!
El mundo benigno y arrogante
los ve con tristeza y desdén:
¡Solo vienen a sufrir,
ha este infierno cruel de dante!
Con sus ángeles de la guarda:
Brunos y oscuros,
solo esperan sus muertes
sin ningún disimulo.
En un desierto desolado,
caen unos copitos negros.
Todos gimen de melancolía,
y poco a poco se van de esta vida.
Con sus barriguitas hinchadas,
con sus perlitas negras desvalidas,
y con el llanto de morir, todos los días.

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