jueves, 30 de diciembre de 2010

Un cuento algo especial...

El sol en su hermoso espacio azul se preguntaba qué es ese extraño sentimiento que hace que los seres humanos se vuelvan extremadamente felices o demasiado tristes cuando están en pareja.

-          ¿Qué es? ... qué es eso que los hace tan fuerte y tan débiles a la vez.

Le preguntó a su amiga la luna y ella al mar pero, ninguno de los dos supo contestar la interrogante. Entonces le preguntó a mercurio y éste no le contestó porque iba muy apurado, le preguntó a Venus mas esta horneaba pasteles y tampoco le respondió, a Marte pero  estaba rojo de rabia porque sus vecinos del óvalo lo molestaban lanzándole piedras, al gigantesco Júpiter mas esté bramaba iracundamente porque sin saber el porqué se le hacia un agujero en su pantalón.

-          Y coso y coso y, lo trato de reparar sin embargo  el infeliz se deshilacha y todo no vuelve a la normalidad.
    
El Sol al escuchar  a Júpiter se empezó a reír.

-          Mejor no le insisto porque estará por un largo tiempo ocupado.
  
Le preguntó entonces a Saturno, sin embargo, tampoco le contestó porque se hallaba entretenido leyendo a Tolkien. Le quiso preguntar a Urano a Neptuno y Plutón pero estaban tan lejos que tal vez no lo oirían.

-          De todas maneras no me serviría preguntarles porque esos muchachos hacen lo que quieren, ni parecen de este vecindario.

Y volvió a mirar a la Tierra y estuvo así dubitativo por un largo tiempo hasta que llegó la primavera y los campos se llenaron de sonidos cantarines, de seres felices que cubrían de felicidad todo el lugar pero lo que hacia realmente bello ese planeta eran sus flores, sólo le gustaba mirar a una; aquella de pétalos blancos, estambres dorados y estigma azul. Se acerco hacia ella, y acaricio su corola con sus manos argentadas y  como un suspiro le dijo algo a la hermosa flor que la ruborizo e hizo que aquel color se impregnada por siempre en sus mejillas.

Se hicieron muy amigos y se contaban todo, sus alegrías y sus penas, sus objetivos y sus metas; el Sol brillaba feliz en las mañanas porque tenia alguien con quien compartir esos sentimientos que el no sabia que poseía.

-          Esto es el amor, al fin lo comprendo, al fin lo entiendo, es algo tan bonito, algo tan especial.

Sin embargo, aún le faltaba por aprender uno de los sentimientos que tiene en sus entrañas el amor y esa es: La tristeza.

Y un día despertó y quiso encontrarse nuevamente con la hermosa flor, sin embargo, sólo halló pedacitos de ellas esparcido por el viento, sintió algo que le apretaba el pecho que lo hacia temblar, algo aún más fuerte que la felicidad y sin comprender por qué, lloró. Sus lágrimas tocaron los cielos y cayo en el mismo lugar donde estuvo la flor y se hizo un charquito de pétalos azules, rosas, blancos y, lágrimas de oro; pasaron las horas y el Sol entristecido se ocultaba en su ocaso, pero antes de irse por completo vio que apareció en aquel lugar unas luces pequeñas como lamparitas, se ilumino su rostro ajado y las llamaba.

-          Luci, luci, luci, luci - así como su flor.

Se disperso el nombre por todos los lugares mas al tocar las montañas se hizo más extenso y se modifico al llegar a los oídos de los seres que poblaban la tierra; y ellos lo entendieron y las llamaron: Luciérnagas

lunes, 20 de diciembre de 2010

Jennifer... (fragmento II)

Me gustaba encontrarla por el camino que iba directo a la Universidad, ella siempre adelante y yo detrás (no era mi intención, ni la de ella; eso creo). Siempre andaba sola en las idas y venidas, aunque hay veces que si iba en grupo con sus compañeras de estudios… ¿de qué hablarían?, no lo sé… la miraba de reojo cuando regresaba a mi casa porque yo salía antes que ella (en las tardes o en las mañana), era muy fácil de ubicarla porque resaltaba sobre las demás sea por su aspecto o indumentaria.
Jennifer, la chica que despertó en mí un querer algo extraño, raro, fuera de éste mundo; sólo la miraba desde lejos pero, una vez llegué a toparme cara a cara con ella. Yo recién salía de mis clases y ella regresaba a su casa, los dos solos en ese camino árido y gris de cielos azules, anaranjados, morados y trazos extraños blancos, un techo hibrido algo inaudito para ser invierno.
Miré hacia otro lado, a la casa que estaba acompañada por un anciano en silla de ruedas en su ventana, mas uno siempre siente si lo están mirando y redireccione mis ojos al lugar que hacia que mis pensamientos se incomodaran, eran sus ojos azules, tan bonitos y candidos quienes me observaban, le regalé una sonrisa y ella agacho la mirada.
-          Los cielos no pueden se tan bellos como tú – le dije.
Sus mejillas se pusieron rosas, como si en ese espacio de luna nueva en sus polos equidistantes hubiesen sembrado las flores más bellas del planeta.
-          Gracias – Me dijo, pero no fuerte sino suave, muy fino casi imperceptible.
Quise decirle algo más, sin embargo, un auto paro y una voz de varón salio dentro de él.
-          Hija, sube, vamos a comprar algo con tu madre.
Ella se quedo ahí por un momento sin decir nada, pero avanzo y subió, mirándome de reojo y me regalo algo que nunca vi hacerle… sonreír; sus dientes tan perfectos su rostro tan delicado, sus labios sonrosados, su mirada berlinesa, su alegría que toco mis mejillas, sintiéndolas tan tibias.
Por azar del destino o las obligaciones ya no lo volví a ver, ni en aquel camino, ni en la ciudad de estudios superiores, hasta que un día jueves que iba a clases, vi como dos tipos la molestaban, le habían quitado la guitarra, esa guitarra oscura con stickers que ella adoraba.
-          SI nos das un beso, morticia, te la devolvemos – vociferaban entre estupidas carcajadas.
Ella estaba quieta, no les decía nada, mas en una de esas se abalanzo sobre el que tenia la guitarra y se la quito, la abrazo muy fuerte y los dos tipos la abrazaron a ella y comenzaron a recorrer sus asquerosas manos sobre su cuerpo, querían besarla y hacer algo más, hasta que llegué y los empecé a golpear sin control alguno, logre tumbar a uno, pero el otro me lanzo un golpe en el mentón que me hizo trastabillar, trate de reponerme y agarrarlo a golpes a él también mas el otro ya se había repuesto y me sujeto de los brazos, apareció un tercero y se les unió en lo que sería una gran golpiza hacia mi persona y es ahí donde ella empezó a gritar a pedir ayuda.
Salieron los alumnos de la ciudad y nos separaron, tenía la boca y la nariz ensangrentara la camisa hecha gironés, todo el cuerpo magullado; ella soltó su guitarra y se lanzo sobre mí, me golpeaba mis brazos, mi pecho y lloraba (ése lindo astro azul se hundía en un océano de inusitada angustia):
-          Por qué te metiste, por qué te metiste, no era de tu  incumbencia, eres un idiota, eres un idiota, no quiero que nadie te haga daño, que nadie te haga daño.
Me abrazo muy fuerte y le besé sus cabellos negros como dándole mi cariño y mi gracias

domingo, 19 de diciembre de 2010

Mariela...


Mariela tiene ojos de ciruela
tez plástica de azucena
la gracia de una gacela
y la voz dulce de arandela

Muy lista y segura como centinela,
su risa suena a castañuelas;
mandona y estricta como coronela.

Le gusta leer románticas novelas
y escuchar embelesara, la zarzuela.

Si supieras primorosa rubicela
que desearía ser el galán de tu fotonovela
mas eres tan distante y esquiva
que ya dejaste de ser
de mi corazón su panatela.

Y no te burles de mi, adorada Mariela
porque te lo escribí
entre diluyentes lágrimas de acuarela.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

l'amore è tanto bello come la luna...


Tan lindo
como tus labios.
Tan dulce
como tu savia.
Tan esplendente
como las estrellas.
Tan suave
como la brisa de tus quejidos.
Tan apasionado
como tu cuerpo desnudo.
Tan arrogante
como mi libido.
Tan triste
como tu ausencia.
Tan aromático
como la fragancia de tu aurora.
Tan cándido
como la ternura de tus manos.
Tan perfectos e infinitos
como tus piernas albas.
Tan preciosos y pequeños
como la peana que te sostiene.
Tan sumisos y cautivos
como tus te quiero y mis adoro.


viernes, 10 de diciembre de 2010

Ayer te vi...

Y te vi ayer, hija de noble estirpe, tu pelo de oro que cubría tu frente, tus ojos castaños que alguna vez fueron verdes, tu nariz pequeña, casi imperceptible que le dan un cierto aspecto de redondez a tu faz de Nerolí, esa sonrisa y ese sonido que ahora sonaba a fingido pero, aun así no perdía ése tono de cáscara primaveral.

¿Presentable?... quizás… ¿combinación de colores vestido y zapatos?, no tanto,  como dijo entre risas mi amor shakesperiano (y los capuletos y los amuletos).

-          Debería hacer un poco de ejercicio no le caería mal, hahahaha.
-          Debería yo decir lo mismo de tu Ex - le contesté.
-          De ése no sé nada, tal vez hasta muerto ya esté, hahahahaha.

Te miraba como la primera vez, sin embargo, el sentimiento ya no era el mismo, ya no resplandecía tu figura, tus rasgos y aun menos latía fuerte mi corazón; la ilusión, el enamoramiento platónico ya había fenecido hace tiempo.

-          Y ya tiene novio, bambino, es músico por lo que vi en Google., míralo por ti mismo.

Extendió su smarthphone, mostrando su gran descubrimiento.

-          Y es bien parecido - le dije.
-          ¿Tú crees? … a mi no me parece, hahahahaha.
-          Si, hacen una bonita pareja.
-          Mejor que nosotros jamás, ni siquiera Angelina y Brad – esta vez no se rió lo decía en serio.
-          Jajajaja no seas tan Narcisista, coralito.
-          Mírala con el pelo rojo, no le asienta para nada
-          Ya apaga eso- le dije.
-          Ya cambia, en HBO darán “El extraño caso de Benjamin Buttom”

Antes de cambiar, te miré por última vez y pensé: Ahora ella es feliz. Al fin pudo olvidar ese amargo pasado que fui, para los dos.
Un presente y un futuro muy distinto ya que aprendimos lo que es amar, queriendo a otros.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Pensamientos...


Si el entendimiento
pudiera comprender
el porqué de la belleza de tu ser.

Sería tan igual como tú.

La divinidad
que se digna en andar
entre insulsos mortales;
como yo.

Dime que me adoras...


¡Vamos niña!

No sonrías a escondidas;
ni te ocultes entre miradas lascivas
de la luna de almíbar.

No le suspires al Eolo,
gimoteando entre sollozos
que soy de tu corazón,
el oculto alborozo.

Ni imites a la Artemisa,
que celada y sigilosa,
está esperando a su presa
para hacerla sumisa.

¡Ay mujer!

De voz alegre y soñadora,
de mirada tierna y encantadora;
no seas mi valentina acusadora

Y deja… ¡Por favor!... te lo ruego,
de hincharme las bolas.

Y dime tan solo,
que me adoras.

martes, 7 de diciembre de 2010

El adiós...

Delante de ti, oyendo tu dulce voz, extasiado en tu delicada mirada que me hace olvidar quien soy. Redibujando aquellos labios hermosos que pronuncian palabras, que mis oídos no oían.

Tu pelo castaño, tan finos, tan delgados, tan perfectamente perfumados. Tu cuerpo perfecto, intocable para los malos pensamientos.

Tus manos blancas, blancas como los suspiros de mi corazón y el color inmenso de esos ojos castaños que guardan la belleza de mi amor.

Bella estabas en éste día, mi dulce fulgor y tus labios se movían sin cesar dentro de mis pupilas, emitiendo sonidos que poco a poco llegaban como tromba derruyendo todos mis suspiros por ti.

-         ¡Me Oyes!... ¿Estas escuchando lo que te digo?...Eso es lo que quiero, quiero alejarme de ti... ¡No saber más nada!... ¡Estoy harta de tu mirada triste, de tus palabras dulzonas, del toque tierno de tus manos!… ¡No quiero volverte a ver nunca más!

La miré atentamente y comprendí lo que me decía, pero no supe que responder.  Mi mente atormentada por sus injurias, sólo pensaba:

-         ¿Por qué me hieres, mi princesa?... ¿Por qué tus palabras son ahora filudas navajas que desgarran sin misericordia mi alma enamorada?... ¿Por qué me tiras al olvido?... ¿Por qué hundes mi amor, en aquel hirviente infierno que es tu desprecio?... ¿Por qué ahora, esos ojos amados, me miran con odio y rencor mal sano?

-         No te quiero ver… ¡Lárgate!... ¡Lárgate!… ¡Me aburres!

En ese preciso momento que todo bajo mis pies temblaba, me acorde de la vez que me preguntaste:

-         ¿Cómo eres?... ¿Quién eres?... ¿De donde eres?

Y  entonando una vieja canción te contesté:

Me gusta el sol
y la mujer cuando llora,
las golondrinas
y también las señoras;
saltar balcones y abrir las ventanas
y las muchachas en Abril.

 No soy de aquí / ni soy de allá / no tengo edad / ni porvenir / ni ser feliz / es mi color de identidad.

Reíste y me miraste dulcemente y mis labios sintieron la ternura de tu amor en un beso, me abrazaste fuertemente y me dijiste cariñosamente:

-         ¡Te quiero!

¡Todo lo olvidaste!, todo se perdió en aquel momento, no solté ni una palabra, no volví a ver tu mirada, giré y me aparte de su lado;  podía oír como mi corazón que agonizaba.

Mis ojos se pusieron marchitos y mi rostro seco, se humedeció de lágrimas y la gente que pasaba por mi lado burlonamente me miraba. Pensaba en sus palabras y me preguntaba:

-¿Por qué tanto odio?... si yo aún te quiero… ¿por qué tanto rencor?...si solo cariño te he dado…no entiendo lo que paso… ni lo entenderé jamás.

Caminé, caminé sin rumbo porque ya no me importaba nada.

lunes, 6 de diciembre de 2010

El adiós... (final)

Era un día muy especial sus ojos brillaban como caramelo cafés que resplandecían con el brillo de los cielos, su pelo castaño, su cuerpo esbelto, extenso casi perfecto.

Su rostro dibujaba la devoción y el cariño hacia alguien que amaba con todo su ser, un bello presente había comprado para ese día tan especial.

Lo saco de su estuche y lo miró para volver a apreciar tan exquisito regalo.

-          Se alegrará de verlo, es lo que necesita, tal vez me lo rechace pero yo lo convenceré para que lo use, sé que es muy orgulloso mas si se lo pido con ternura lo recibirá… estoy segura.

Se acicala, se mira en el espejo y sonríe, sabe que esté será un día inolvidable; el mejor maquillaje, el mejor perfume, el mejor vestido, todo para que sea perfecto.

Toma las llaves de su auto y sale prontamente al encuentro de su amado,  observa su reloj y se da cuenta que se le ha hecho tarde.

-          jajaja estará molesto por el retraso pero, con un beso bastará para calmarlo – se dice así misma.

Estaciona el auto y camina rápido al lugar donde siempre por más de un año se han encontrado; la banca, los cielos naranjas, la brisa tenue que embarga, los árboles, las flores, las risas de los niños y, el abrazo y los besos de los enamorados que cubren aquel parque tan querido por todos.

Lo ve a lo lejos y se da con la sorpresa que no está solo, junto a él una hermosa mujer de pelo negro y tez tan clara como la luna de mayo. Por un momento no sabe que pensar se queda estática.

Se abrazan con cariño y le parece ver que se dan un beso; miles de cosas pasaron por su mente, no sabia qué hacer.

Las lágrimas le caen de su bello y terso rostro, solloza por un instante pero se da valor así misma, quita las marcas de tristeza y decepción de su cara y avanza dispuesta a encararlo.

-          ¡Como pudiste hacerme esto a mi, eres un maldito desgraciado!... ¡Te odio!... ¡Te odio con todo el alma!

El no dice nada, sólo la mira extrañado por aquella reacción. El silencio de él  la ofusca más, su impotencia y la rabia  le hacia cenizas el alma, la ira le obligo a decir lo que realmente su mente enamorada no sentía, porque aún lo amaba:

-Me Oyes… ¿estas escuchando lo que te digo?… quiero alejarme de ti… no saber más nada, estoy harta de tu mirada triste, de tus palabras dulzonas, de tus manos delgadas… ¡no quiero volverte a ver nunca más!... ¡no te quiero ver!... ¡lárgate!... ¡lárgate!... ¡me aburres!

Él, al ver su terrible odio en sus ojos, sólo gira y la deja ahí, sin decirle nada. En aquel hermoso rostro que fue de ternura, ahora estaba lleno de venganza, de rencor y odio, corre y sube a su auto y sin pensarlo un momento su furia manejaba.

Pudo apreciar claramente la sombra de su gran amor que se alejaba, acelera violentamente y con un solo golpe, seco y violento con la vida de él terminaba.

Escapa a toda velocidad de aquel lugar, enciende la radio de su auto y entre lágrimas entona la canción que él siempre le cantaba:

Me gusta el sol
y la mujer cuando llora,
las golondrinas
y también las señoras;
saltar balcones y abrir las ventanas
y las muchachas en Abril.

 No soy de aquí / ni soy de allá / no tengo edad / ni porvenir / ni ser feliz / es mi color de identidad.

A lo lejos donde había ocurrido el fatal desenlace, se oye los gritos y lágrimas de una muchacha que tiene en su regazo el cuerpo sin vida de Gabriel.

- ¡No puede ser!... ¡no puede ser!... ¡hermano!... ¡hermanito! … ¿qué te hicieron?

viernes, 3 de diciembre de 2010

Y te quiero...

Y te quiero
bajo mis cielos
revoloteando
como cándido señuelo.

Gorgoriteando
en mis labios abatí
sumisos y tristes
recuerdos de Ypacarai.