miércoles, 8 de diciembre de 2010

Dime que me adoras...


¡Vamos niña!

No sonrías a escondidas;
ni te ocultes entre miradas lascivas
de la luna de almíbar.

No le suspires al Eolo,
gimoteando entre sollozos
que soy de tu corazón,
el oculto alborozo.

Ni imites a la Artemisa,
que celada y sigilosa,
está esperando a su presa
para hacerla sumisa.

¡Ay mujer!

De voz alegre y soñadora,
de mirada tierna y encantadora;
no seas mi valentina acusadora

Y deja… ¡Por favor!... te lo ruego,
de hincharme las bolas.

Y dime tan solo,
que me adoras.

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