jueves, 30 de diciembre de 2010

Un cuento algo especial...

El sol en su hermoso espacio azul se preguntaba qué es ese extraño sentimiento que hace que los seres humanos se vuelvan extremadamente felices o demasiado tristes cuando están en pareja.

-          ¿Qué es? ... qué es eso que los hace tan fuerte y tan débiles a la vez.

Le preguntó a su amiga la luna y ella al mar pero, ninguno de los dos supo contestar la interrogante. Entonces le preguntó a mercurio y éste no le contestó porque iba muy apurado, le preguntó a Venus mas esta horneaba pasteles y tampoco le respondió, a Marte pero  estaba rojo de rabia porque sus vecinos del óvalo lo molestaban lanzándole piedras, al gigantesco Júpiter mas esté bramaba iracundamente porque sin saber el porqué se le hacia un agujero en su pantalón.

-          Y coso y coso y, lo trato de reparar sin embargo  el infeliz se deshilacha y todo no vuelve a la normalidad.
    
El Sol al escuchar  a Júpiter se empezó a reír.

-          Mejor no le insisto porque estará por un largo tiempo ocupado.
  
Le preguntó entonces a Saturno, sin embargo, tampoco le contestó porque se hallaba entretenido leyendo a Tolkien. Le quiso preguntar a Urano a Neptuno y Plutón pero estaban tan lejos que tal vez no lo oirían.

-          De todas maneras no me serviría preguntarles porque esos muchachos hacen lo que quieren, ni parecen de este vecindario.

Y volvió a mirar a la Tierra y estuvo así dubitativo por un largo tiempo hasta que llegó la primavera y los campos se llenaron de sonidos cantarines, de seres felices que cubrían de felicidad todo el lugar pero lo que hacia realmente bello ese planeta eran sus flores, sólo le gustaba mirar a una; aquella de pétalos blancos, estambres dorados y estigma azul. Se acerco hacia ella, y acaricio su corola con sus manos argentadas y  como un suspiro le dijo algo a la hermosa flor que la ruborizo e hizo que aquel color se impregnada por siempre en sus mejillas.

Se hicieron muy amigos y se contaban todo, sus alegrías y sus penas, sus objetivos y sus metas; el Sol brillaba feliz en las mañanas porque tenia alguien con quien compartir esos sentimientos que el no sabia que poseía.

-          Esto es el amor, al fin lo comprendo, al fin lo entiendo, es algo tan bonito, algo tan especial.

Sin embargo, aún le faltaba por aprender uno de los sentimientos que tiene en sus entrañas el amor y esa es: La tristeza.

Y un día despertó y quiso encontrarse nuevamente con la hermosa flor, sin embargo, sólo halló pedacitos de ellas esparcido por el viento, sintió algo que le apretaba el pecho que lo hacia temblar, algo aún más fuerte que la felicidad y sin comprender por qué, lloró. Sus lágrimas tocaron los cielos y cayo en el mismo lugar donde estuvo la flor y se hizo un charquito de pétalos azules, rosas, blancos y, lágrimas de oro; pasaron las horas y el Sol entristecido se ocultaba en su ocaso, pero antes de irse por completo vio que apareció en aquel lugar unas luces pequeñas como lamparitas, se ilumino su rostro ajado y las llamaba.

-          Luci, luci, luci, luci - así como su flor.

Se disperso el nombre por todos los lugares mas al tocar las montañas se hizo más extenso y se modifico al llegar a los oídos de los seres que poblaban la tierra; y ellos lo entendieron y las llamaron: Luciérnagas

lunes, 20 de diciembre de 2010

Jennifer... (fragmento II)

Me gustaba encontrarla por el camino que iba directo a la Universidad, ella siempre adelante y yo detrás (no era mi intención, ni la de ella; eso creo). Siempre andaba sola en las idas y venidas, aunque hay veces que si iba en grupo con sus compañeras de estudios… ¿de qué hablarían?, no lo sé… la miraba de reojo cuando regresaba a mi casa porque yo salía antes que ella (en las tardes o en las mañana), era muy fácil de ubicarla porque resaltaba sobre las demás sea por su aspecto o indumentaria.
Jennifer, la chica que despertó en mí un querer algo extraño, raro, fuera de éste mundo; sólo la miraba desde lejos pero, una vez llegué a toparme cara a cara con ella. Yo recién salía de mis clases y ella regresaba a su casa, los dos solos en ese camino árido y gris de cielos azules, anaranjados, morados y trazos extraños blancos, un techo hibrido algo inaudito para ser invierno.
Miré hacia otro lado, a la casa que estaba acompañada por un anciano en silla de ruedas en su ventana, mas uno siempre siente si lo están mirando y redireccione mis ojos al lugar que hacia que mis pensamientos se incomodaran, eran sus ojos azules, tan bonitos y candidos quienes me observaban, le regalé una sonrisa y ella agacho la mirada.
-          Los cielos no pueden se tan bellos como tú – le dije.
Sus mejillas se pusieron rosas, como si en ese espacio de luna nueva en sus polos equidistantes hubiesen sembrado las flores más bellas del planeta.
-          Gracias – Me dijo, pero no fuerte sino suave, muy fino casi imperceptible.
Quise decirle algo más, sin embargo, un auto paro y una voz de varón salio dentro de él.
-          Hija, sube, vamos a comprar algo con tu madre.
Ella se quedo ahí por un momento sin decir nada, pero avanzo y subió, mirándome de reojo y me regalo algo que nunca vi hacerle… sonreír; sus dientes tan perfectos su rostro tan delicado, sus labios sonrosados, su mirada berlinesa, su alegría que toco mis mejillas, sintiéndolas tan tibias.
Por azar del destino o las obligaciones ya no lo volví a ver, ni en aquel camino, ni en la ciudad de estudios superiores, hasta que un día jueves que iba a clases, vi como dos tipos la molestaban, le habían quitado la guitarra, esa guitarra oscura con stickers que ella adoraba.
-          SI nos das un beso, morticia, te la devolvemos – vociferaban entre estupidas carcajadas.
Ella estaba quieta, no les decía nada, mas en una de esas se abalanzo sobre el que tenia la guitarra y se la quito, la abrazo muy fuerte y los dos tipos la abrazaron a ella y comenzaron a recorrer sus asquerosas manos sobre su cuerpo, querían besarla y hacer algo más, hasta que llegué y los empecé a golpear sin control alguno, logre tumbar a uno, pero el otro me lanzo un golpe en el mentón que me hizo trastabillar, trate de reponerme y agarrarlo a golpes a él también mas el otro ya se había repuesto y me sujeto de los brazos, apareció un tercero y se les unió en lo que sería una gran golpiza hacia mi persona y es ahí donde ella empezó a gritar a pedir ayuda.
Salieron los alumnos de la ciudad y nos separaron, tenía la boca y la nariz ensangrentara la camisa hecha gironés, todo el cuerpo magullado; ella soltó su guitarra y se lanzo sobre mí, me golpeaba mis brazos, mi pecho y lloraba (ése lindo astro azul se hundía en un océano de inusitada angustia):
-          Por qué te metiste, por qué te metiste, no era de tu  incumbencia, eres un idiota, eres un idiota, no quiero que nadie te haga daño, que nadie te haga daño.
Me abrazo muy fuerte y le besé sus cabellos negros como dándole mi cariño y mi gracias

domingo, 19 de diciembre de 2010

Mariela...


Mariela tiene ojos de ciruela
tez plástica de azucena
la gracia de una gacela
y la voz dulce de arandela

Muy lista y segura como centinela,
su risa suena a castañuelas;
mandona y estricta como coronela.

Le gusta leer románticas novelas
y escuchar embelesara, la zarzuela.

Si supieras primorosa rubicela
que desearía ser el galán de tu fotonovela
mas eres tan distante y esquiva
que ya dejaste de ser
de mi corazón su panatela.

Y no te burles de mi, adorada Mariela
porque te lo escribí
entre diluyentes lágrimas de acuarela.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

l'amore è tanto bello come la luna...


Tan lindo
como tus labios.
Tan dulce
como tu savia.
Tan esplendente
como las estrellas.
Tan suave
como la brisa de tus quejidos.
Tan apasionado
como tu cuerpo desnudo.
Tan arrogante
como mi libido.
Tan triste
como tu ausencia.
Tan aromático
como la fragancia de tu aurora.
Tan cándido
como la ternura de tus manos.
Tan perfectos e infinitos
como tus piernas albas.
Tan preciosos y pequeños
como la peana que te sostiene.
Tan sumisos y cautivos
como tus te quiero y mis adoro.


viernes, 10 de diciembre de 2010

Ayer te vi...

Y te vi ayer, hija de noble estirpe, tu pelo de oro que cubría tu frente, tus ojos castaños que alguna vez fueron verdes, tu nariz pequeña, casi imperceptible que le dan un cierto aspecto de redondez a tu faz de Nerolí, esa sonrisa y ese sonido que ahora sonaba a fingido pero, aun así no perdía ése tono de cáscara primaveral.

¿Presentable?... quizás… ¿combinación de colores vestido y zapatos?, no tanto,  como dijo entre risas mi amor shakesperiano (y los capuletos y los amuletos).

-          Debería hacer un poco de ejercicio no le caería mal, hahahaha.
-          Debería yo decir lo mismo de tu Ex - le contesté.
-          De ése no sé nada, tal vez hasta muerto ya esté, hahahahaha.

Te miraba como la primera vez, sin embargo, el sentimiento ya no era el mismo, ya no resplandecía tu figura, tus rasgos y aun menos latía fuerte mi corazón; la ilusión, el enamoramiento platónico ya había fenecido hace tiempo.

-          Y ya tiene novio, bambino, es músico por lo que vi en Google., míralo por ti mismo.

Extendió su smarthphone, mostrando su gran descubrimiento.

-          Y es bien parecido - le dije.
-          ¿Tú crees? … a mi no me parece, hahahahaha.
-          Si, hacen una bonita pareja.
-          Mejor que nosotros jamás, ni siquiera Angelina y Brad – esta vez no se rió lo decía en serio.
-          Jajajaja no seas tan Narcisista, coralito.
-          Mírala con el pelo rojo, no le asienta para nada
-          Ya apaga eso- le dije.
-          Ya cambia, en HBO darán “El extraño caso de Benjamin Buttom”

Antes de cambiar, te miré por última vez y pensé: Ahora ella es feliz. Al fin pudo olvidar ese amargo pasado que fui, para los dos.
Un presente y un futuro muy distinto ya que aprendimos lo que es amar, queriendo a otros.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Pensamientos...


Si el entendimiento
pudiera comprender
el porqué de la belleza de tu ser.

Sería tan igual como tú.

La divinidad
que se digna en andar
entre insulsos mortales;
como yo.

Dime que me adoras...


¡Vamos niña!

No sonrías a escondidas;
ni te ocultes entre miradas lascivas
de la luna de almíbar.

No le suspires al Eolo,
gimoteando entre sollozos
que soy de tu corazón,
el oculto alborozo.

Ni imites a la Artemisa,
que celada y sigilosa,
está esperando a su presa
para hacerla sumisa.

¡Ay mujer!

De voz alegre y soñadora,
de mirada tierna y encantadora;
no seas mi valentina acusadora

Y deja… ¡Por favor!... te lo ruego,
de hincharme las bolas.

Y dime tan solo,
que me adoras.

martes, 7 de diciembre de 2010

El adiós...

Delante de ti, oyendo tu dulce voz, extasiado en tu delicada mirada que me hace olvidar quien soy. Redibujando aquellos labios hermosos que pronuncian palabras, que mis oídos no oían.

Tu pelo castaño, tan finos, tan delgados, tan perfectamente perfumados. Tu cuerpo perfecto, intocable para los malos pensamientos.

Tus manos blancas, blancas como los suspiros de mi corazón y el color inmenso de esos ojos castaños que guardan la belleza de mi amor.

Bella estabas en éste día, mi dulce fulgor y tus labios se movían sin cesar dentro de mis pupilas, emitiendo sonidos que poco a poco llegaban como tromba derruyendo todos mis suspiros por ti.

-         ¡Me Oyes!... ¿Estas escuchando lo que te digo?...Eso es lo que quiero, quiero alejarme de ti... ¡No saber más nada!... ¡Estoy harta de tu mirada triste, de tus palabras dulzonas, del toque tierno de tus manos!… ¡No quiero volverte a ver nunca más!

La miré atentamente y comprendí lo que me decía, pero no supe que responder.  Mi mente atormentada por sus injurias, sólo pensaba:

-         ¿Por qué me hieres, mi princesa?... ¿Por qué tus palabras son ahora filudas navajas que desgarran sin misericordia mi alma enamorada?... ¿Por qué me tiras al olvido?... ¿Por qué hundes mi amor, en aquel hirviente infierno que es tu desprecio?... ¿Por qué ahora, esos ojos amados, me miran con odio y rencor mal sano?

-         No te quiero ver… ¡Lárgate!... ¡Lárgate!… ¡Me aburres!

En ese preciso momento que todo bajo mis pies temblaba, me acorde de la vez que me preguntaste:

-         ¿Cómo eres?... ¿Quién eres?... ¿De donde eres?

Y  entonando una vieja canción te contesté:

Me gusta el sol
y la mujer cuando llora,
las golondrinas
y también las señoras;
saltar balcones y abrir las ventanas
y las muchachas en Abril.

 No soy de aquí / ni soy de allá / no tengo edad / ni porvenir / ni ser feliz / es mi color de identidad.

Reíste y me miraste dulcemente y mis labios sintieron la ternura de tu amor en un beso, me abrazaste fuertemente y me dijiste cariñosamente:

-         ¡Te quiero!

¡Todo lo olvidaste!, todo se perdió en aquel momento, no solté ni una palabra, no volví a ver tu mirada, giré y me aparte de su lado;  podía oír como mi corazón que agonizaba.

Mis ojos se pusieron marchitos y mi rostro seco, se humedeció de lágrimas y la gente que pasaba por mi lado burlonamente me miraba. Pensaba en sus palabras y me preguntaba:

-¿Por qué tanto odio?... si yo aún te quiero… ¿por qué tanto rencor?...si solo cariño te he dado…no entiendo lo que paso… ni lo entenderé jamás.

Caminé, caminé sin rumbo porque ya no me importaba nada.

lunes, 6 de diciembre de 2010

El adiós... (final)

Era un día muy especial sus ojos brillaban como caramelo cafés que resplandecían con el brillo de los cielos, su pelo castaño, su cuerpo esbelto, extenso casi perfecto.

Su rostro dibujaba la devoción y el cariño hacia alguien que amaba con todo su ser, un bello presente había comprado para ese día tan especial.

Lo saco de su estuche y lo miró para volver a apreciar tan exquisito regalo.

-          Se alegrará de verlo, es lo que necesita, tal vez me lo rechace pero yo lo convenceré para que lo use, sé que es muy orgulloso mas si se lo pido con ternura lo recibirá… estoy segura.

Se acicala, se mira en el espejo y sonríe, sabe que esté será un día inolvidable; el mejor maquillaje, el mejor perfume, el mejor vestido, todo para que sea perfecto.

Toma las llaves de su auto y sale prontamente al encuentro de su amado,  observa su reloj y se da cuenta que se le ha hecho tarde.

-          jajaja estará molesto por el retraso pero, con un beso bastará para calmarlo – se dice así misma.

Estaciona el auto y camina rápido al lugar donde siempre por más de un año se han encontrado; la banca, los cielos naranjas, la brisa tenue que embarga, los árboles, las flores, las risas de los niños y, el abrazo y los besos de los enamorados que cubren aquel parque tan querido por todos.

Lo ve a lo lejos y se da con la sorpresa que no está solo, junto a él una hermosa mujer de pelo negro y tez tan clara como la luna de mayo. Por un momento no sabe que pensar se queda estática.

Se abrazan con cariño y le parece ver que se dan un beso; miles de cosas pasaron por su mente, no sabia qué hacer.

Las lágrimas le caen de su bello y terso rostro, solloza por un instante pero se da valor así misma, quita las marcas de tristeza y decepción de su cara y avanza dispuesta a encararlo.

-          ¡Como pudiste hacerme esto a mi, eres un maldito desgraciado!... ¡Te odio!... ¡Te odio con todo el alma!

El no dice nada, sólo la mira extrañado por aquella reacción. El silencio de él  la ofusca más, su impotencia y la rabia  le hacia cenizas el alma, la ira le obligo a decir lo que realmente su mente enamorada no sentía, porque aún lo amaba:

-Me Oyes… ¿estas escuchando lo que te digo?… quiero alejarme de ti… no saber más nada, estoy harta de tu mirada triste, de tus palabras dulzonas, de tus manos delgadas… ¡no quiero volverte a ver nunca más!... ¡no te quiero ver!... ¡lárgate!... ¡lárgate!... ¡me aburres!

Él, al ver su terrible odio en sus ojos, sólo gira y la deja ahí, sin decirle nada. En aquel hermoso rostro que fue de ternura, ahora estaba lleno de venganza, de rencor y odio, corre y sube a su auto y sin pensarlo un momento su furia manejaba.

Pudo apreciar claramente la sombra de su gran amor que se alejaba, acelera violentamente y con un solo golpe, seco y violento con la vida de él terminaba.

Escapa a toda velocidad de aquel lugar, enciende la radio de su auto y entre lágrimas entona la canción que él siempre le cantaba:

Me gusta el sol
y la mujer cuando llora,
las golondrinas
y también las señoras;
saltar balcones y abrir las ventanas
y las muchachas en Abril.

 No soy de aquí / ni soy de allá / no tengo edad / ni porvenir / ni ser feliz / es mi color de identidad.

A lo lejos donde había ocurrido el fatal desenlace, se oye los gritos y lágrimas de una muchacha que tiene en su regazo el cuerpo sin vida de Gabriel.

- ¡No puede ser!... ¡no puede ser!... ¡hermano!... ¡hermanito! … ¿qué te hicieron?

viernes, 3 de diciembre de 2010

Y te quiero...

Y te quiero
bajo mis cielos
revoloteando
como cándido señuelo.

Gorgoriteando
en mis labios abatí
sumisos y tristes
recuerdos de Ypacarai.


lunes, 29 de noviembre de 2010

Pensamientos...

Te digo
mil verdades
y una sola mentira.

No te quiero.
Te lloro. 


miércoles, 24 de noviembre de 2010

El amor...


Y qué es el amor sino

Más que una palabra
Mal escrita.
Mal comprendida.
Mal dibujada.
Mal pronunciada.
Mal imaginada.

Vilipendiada.
Amordazada.
Eufónica.
Idílicamente soñada.

Policroísmo grotesco
de elevadas pulgadas
perforadas.

La lotería fugaz
del carroñero parasitaria.

¿Y qué es el amor?
Sino sólo de a dos.

La eficaz eutanasia
Entre Tú
o quizás yo.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Un cuento para dormir II...


Era un día de celebración, festiva para el pueblo; llegaban de todas la granjas cercanas a ella. Él, un joven alto de buena presencia más de una mujer se deslumbraba por sus atributos y por las habilidades que tenia, entre ellas la de entonar canciones pueblerinas con sus labios rejuntados, mujeriego como ninguno, adicto al alcohol de todo tipo, pero respetuoso con sus padres y con toda su familia, entre ellas su mujer, porque era casado.
-          Soltero yo, casada mi mujer- repetía entre sus amigos, estos le celebraban su machismo.
-          Nadie en éste mundo se atrevería en adornarme, porque tanto a mi mujer como su amante con mis manos los mataría.
Ya eran más de las dos de la madrugada y todos en sus cabales, no se encontraban.
-          Pues bueno, es hora de irme amigos, no vaya hacer que a mi mujer se le haya dado por buscarme y quien sabe, si por ahí algún mal parido la tiente y se la lleve de mi lado.
Entre balbuceos incongruentes, él se despide y ellos le responden de igual forma. La noche se encuentra nublada, de vez en cuando alguna extraña estrella asoma por las empañadas ventanas.
Ha llegado a su casa, el viejo perro de su padre le ladra.
-          Asqueroso animal tiempo que tenemos conviviendo y aún no me conoces.
Entra a su hogar, busca a su mujer (bamboleándose de un lado a otro), entra al cuarto y le parece ver que está junto a un hombre en su cama. Enfurecido se lanza sobre ellos, y se sorprende al ver que era su padre.
Lo agarra a golpes enceguecido, no para hasta matarlo, hace lo mismo con su mujer que sólo emite apesadumbrados quejidos. Entra su madre a la habitación y repite a cada instante:
-          Hijo que le has hecho a tu padre, él y yo, estábamos atendiendo a tu mujer porque le dio un desmayo.
Él no le cree, y empieza a vociferar con furia.
-          ¡Maldita vieja!... eres cómplice de tan atroz injuria, con tal de tener a tu marido eres capaz de perdonarle todo, pero yo no, yo no.
-          Hijo, te digo la verdad, hijo escúchame.
El hijo iracundo golpea sin piedad a la pobre anciana, no para hasta ver sus manos llenas de sangre. Va en busca de un machete para así destazar los cuerpos, meterlos en una bolsa y enterrarlos.
El perro se enfurece aún más y trata de romper la cuerda que lo tiene asido a un árbol; lo mira el asesino despectivamente, llevándose en un costal a sus victimas descuartizadas, en una de esas de tanto intentarlo el gran perro rompe las cuerdas. Va tras de él como un relámpago (se oye la soga que todavía tiene en su cuello, como un látigo) y el asesino aterrorizado empieza a correr con todas sus fuerzas, pero aún así no suelta su infausta carga.

Truenos y Rayos,
el viento que habla furiosamente,
las nubes que lloran mal presagios.

Terrible error que ha cometido, porque el chusco animal de una mordida le llega a arrancar el talón de Aquiles de la pierna izquierda, cae sobre las plantas de los ajíes y el perro le desarraiga jirones de piel y tendones, grita desesperadamente y trata de imitar el silbido que su padre hacia para llamar a la bestia.
En una de esas el animal le arranca la traquea y por fin lo mata. Regresa el viejo can a la granja con partes de su anciano amo, empieza a rasgar la tierra y en ella entierra los restos del cuerpo.
Pasa el tiempo y el pobre animal yace muerto encima de la precaria tumba del anciano.

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Son los años quienes recorren aquel pueblo y ya todos saben lo que había ocurrido en esa lejana granja. Temen salir fuera del lugar, porque los que lo hicieron vísperas al mismo día que ocurrió la tragedia no han regresado, se les ha encontrado con el estomago succionado, succionado por el alcohol que hay dentro de ellos con sus rostros desencajados, muertos de un terrible horror tatuados en sus ojos sin vida.
Sólo uno sobrevivió y, contó que vio a un hombre de un gran tamaño, que llevaba en sus espaldas un costal lleno de partes descarnadas, pútridas, roídas por insectos carroñeros, se paro junto a él y los empezó a contar. Lo reconoció y le dijo su nombre, éste empezó a silbar sin más, con una tonada muy fuerte que se fue debilitando de apoco.
-          Si lo escuchas cerca es que está lejos, si lo escuchas lejos es que ya estás muerto.
Repetía a cada instante, el hombre convertido completamente en un orate.

miércoles, 6 de octubre de 2010

La mariposa y el chogüí... (Parte II)



- ¡Venga abuelito!, siéntese en este banco para que descanse.
La señora lo miraba muy tristemente y entre si pensaba.
- Que difícil es llegar a viejo y padecer enfermedades que perjudican nuestra mente.
El pobre anciano, se sentó y cerró sus ojos, mientras su rostro brillaba por las difusas lágrimas que trataban de calmar su angustia enclavada en su alma.

- ¿Qué es lo qué me sucedió?... ¿Qué es lo qué me ha pasado?
- ¡Abuelito!, ya no llore, se me crispa el alma verlo de esa manera, ya pronto vendrá alguien de su familia a recogerlo, sólo siéntese y espere.
- ¡No soy abuelo, soy un niño! – grito gangosamente. ¡Soy sólo un pequeño niño que ha perdido a su madre sin saberlo!
La caritativa dama, extendió sus ojos pardos y tuvo temor por la reacción tan iracunda que mostró el anciano, y en ese instante recordó lo que una vez le contó su abuela cuando era niña y sin pensarlo en aquel momento, lo narró.

- Hace tiempo vivía por estos lugares una señora con su pequeño hijo –no me acuerdo muy bien como se llamaba- y un día, se dice, que su pequeño niño salió como todos los días a jugar en el campo. Tenía un perrito que acompañaba al chiquillo a todas partes, mas aquella tarde, regreso sólo el can.
La madre desesperada busco por todas partes y no lo halló, contrato personas para que lo buscaran, gastando todo lo que tenia, pero fue en vano. Y pasaron los días, las semanas y el pequeño cachorrito de tristeza, murió.
La madre se quedo absolutamente sola y se volvió loca de dolor, camino buscando su hijo perdido y un atardecer encontraron su cuerpo sin vida, en medio del extenso valle, que le robo su vida, que le robo su pequeño amor. Y de eso, ya han pasado cien años.
- ¡No, no puede ser!... ¡Usted esta mintiendo!... ¡Usted esta mintiendo!-repetía a cada momento, el desconsolado anciano.
La mujer se asustó y se alejó de aquel lugar, pensando que el viejo era un enfermo mental.

Y el vetusto Remi, se tapo su cara con sus marchitas manos y fuertemente empezó a sollozar, repitiendo en pequeñas pausas.

- ¡No, no, no es posible!... ¡No es cierto!... ¡No es cierto!... ¡Estoy soñando!... ¡Todo esto no es verdad!... ¡No es verdad!

Los niños jugaban en aquel parquecito, se escuchaban sus gritos, sus risas, rodeados de bellas flores, de pequeñas mariposas, que aleteaban sobre los dulces jazmines y sobre las vanidosas rosas, un cielo muy celeste sin rasgos blanquecinos acompañaban al rey sol que poco a poco sentía el pesar de sus ojos e iba decayendo en el sopor de su propio atardecer.

- ¿No te gustaría ser como un chogüí?... ¡Imagínatelos volar sobre su imperio turquí, libres, alegres!
- ¡No! - respondió el anciano con desdén.
- Ellos, saben muchas cosas, ven todo lo que sucede acá abajo, mira, por ejemplo: Pueden ver el preciso instante en que un infante quiere tocar con sus manos una colorida quimera, la persiguen, la buscan, la quieren atrapar con sus pequeñas manos y cuando al fin logran su fatal insolencia, se dan cuenta que sólo han logrado la más vil de las soledades… ¿No es así, Remi?

Se sorprende al escuchar su nombre y mira quien es que le ha hablado de esa manera, sus aún infantiles ojos claros perciben la imagen de un pequeño niño semidesnudo, con sólo un taparrabos que lo cubría, su piel es tan bella como la canela, y sus ojos son sombríamente tiernos, cabellos negros lisos e infantiles, avivan más su felicidad mostrada en una sonrisa.

- ¿Quién eres?... ¿Y cómo sabes mi nombre?

El niño lo miró y le dijo:

- ¿Crees que la mariposita jamás imaginará, fue mala contigo?
Remi agachó su cabeza, miró sus manos y dijo:

- ¡Si!... por su culpa ahora me encuentro así, de esta manera.
- Si yo te dijera, que podemos encontrarla y en venganza le sacamos sus alas, para que sienta el dolor que ahora sientes, por estar como estás. Y luego nos reímos de ella y le hacemos miles de burlas para que sufra más… ¿No te gustaría hacer eso, Remi?

Remi lo miró pensativo y de por si le empezaron a caer lágrimas de sus ojos descorazonados. Y le contestó:

- ¡No!... pobrecita, después de todo no fue su culpa, porque si yo hubiera obedecido a mi mamá no me hubiese pasado nada malo, y estaría comiendo mi comida juntó a ella y juntó a mi pequeño Tobi.
El niño lo miró y sonrió con beneplácito y le dijo:

- Tienes buen corazón y entiendes que a veces lo que nos sucede no es culpa de otros sino de nosotros mismos. Pobre niña, si supieras cuanto sufrió por estar viviendo de esa manera y gracias a ti, encontró la paz que tanto necesitaba.
Remi levanto su cara cubierta de sus pequeños cernidillos de dolor y miró los ojos del niño y en él se pudo ver tal cual era, un chiquillo de apenas 7 años. Y su corazón se llenó de esperanza, que empezó a resarcir sus temores en felicidad.

- Debes tener hambre… ¿No?
- Si, un poco… contesto el vejuco Remi.
- ¡Mira!, aquí tengo naranjas en esta bolsita, te voy a dar una a ver si te gustan.
Estiró sus manos y al tocar la fruta volvieron hacer como antes, pequeñas, suaves y frágiles.
- Come las naranjas, que están muy ricas, cómelas mientras caminamos hasta donde está tu mamá, hasta aquel lugar donde se encuentra ella, donde la primavera es eternamente bella.
Remi se puso muy feliz y abrazó con todas sus fuerzas a su amiguito y repetía a cada instante:
- Gracias, mi amigo, gracias…
Se levantó muy alegre y comenzó a cantar la canción que le cantaba a su pequeña mascota:

Yo tengo un lindo perrito
que es hocicón.

Muy gracioso
chiquitito,
engreído y dormilón.

Muy gracioso
chiquitito,
engreído y dormilón.

Blanquito como la nieve
y en su cielo
Cimarrón

Blanquito como la nieve
y en su cielo
cimarrón

Su amiguito lo miró y el también empezó a cantar el mismo estribillo. Que contentos se veían los dos y entonces el cobrizo niño, le dijo a Remi:
- ¿Quieres saber la historia de la pequeña mariposa?
- Si, si por favor cuéntamela
- Bueno te lo contaré…

martes, 28 de septiembre de 2010

La mariposa y el chogüí... (Parte I)

- Mamá, mamá… ¿Puedo salir?...ya hice todos mis deberes y quiero salir a jugar con tobías en el campo.

- ¿Puedo mamá?... ¿Puedo?...

La dulce mirada de la madre ocupada con los quehaceres de la casa; sonríe a su pequeño hijo y asienta con su cabeza; dándole como respuesta un si.

- ¡Pero no te demores!... ni te alejes demasiado porque ya va estar el almuerzo.

El niño y su perro dan un grito y ladrido de alegría y se marchan alegremente, no si antes asegurar que no se alejarán mucho del hogar.

El niño corre feliz con su inseparable amigo (un pequeño labrador de mirada vivaz y tierna). Jugaba y cantaba, una cancioncita que le había enseñado su mamá.

Yo tengo un lindo perrito
que es hocicón.

Muy gracioso
chiquitito,
engreído y dormilón.

Muy gracioso
chiquitito,
engreído,
y dormilón.

Un cielo hermoso de color azulado, con pequeños dibujos blanquecinos de ángeles desparramados, pequeñas aves revoloteaban y emitían sonidos que de vez en cuando el niño repetía.

- ¡Qué bonito es éste lugar!… ¿No tobi?... que aire tan bello y puro se siente... ¡mira cuantos animalitos hay!...aves, maripositas, hormigas que trabajan sin cesar, un pequeño saltamontes que entre salto y salto tal vez busque a su mamá…ja ja ja ja

Reía el pequeño niño, mientras sus ojos color claro se iluminaban en su plenitud de jovialidad, su sonrisa hacia más hermoso la media tarde, y sus ensortijados y bronceados cabellos seguían acompasadamente la cancioncita que él, nuevamente le concedía a su querida y fiel mascota.
Agarraba una pequeña ramita con sus infantiles manos y la tiraba con todas sus fuerzas, su perrito corría desesperadamente y nuevamente se lo devolvía a su pequeño señor.

Escucha a lo lejos la voz de la madre:
- ¡Remi, hijo, ya esta el almuerzo vengan a comer!

El niño mira a su mascota y él devuelve la mirada y sin decir nada corren al llamado de la madre pero, el niño se queda estático, anonado, porque junto a su lado vuela en círculos una mariposa que el jamás había visto en su vida.
Tenía unos colores muy llamativos, que chispaban como pequeños luceros de la mañana, eran azules, rojos, amarillos, verdes, morados; poseía toda la gama de colores que podían existir en sus alas, y entre ellas, una forma de pequeña niña rubia de ojos tristes esmeraldas.

- ¡Qué belleza de mariposa!... nunca he mirado algo parecido, hasta parece que cantara con una voz muy dulce y apenada.

La divina pequeñez se aleja dejando estelitas doradas y el niño la sigue, olvidando el llamado de la madre. Estira sus brazos queriendo alcanzarla y no puede, tan solo oye una risa muy alegre que de él, se burlaba.

El niño repetía una y otra vez, una y otra vez para querer atraparla, sin embargo, no podía lograrlo, habían pasado ya una hora de estar así; cuando al fin, al estirar sus pequeños brazos la alcanza.
- ¡La tengo!… ¡La tengo, al fin!



Estira sus manos para apreciar más claramente la delicada belleza de la mariposa jamás imaginara, mas para su sorpresa se desvanece y sólo quedan puntos purpúreos que le hacen lanzar un suspiro de tristeza.

- Seguro que muy fuerte la agarré y sin querer la deshice entre mis manos.

Repentinamente se acuerda del llamado de la madre y trata de correr, pero no puede, se siente fatigado, muy fatigado.

- Por estar jugando con Tobi, y por querer alcanzar a la mariposa me he cansado…ojala mamá no se enoje conmigo.

Va despacio y mira todo a su alrededor, todo es diferente, nada de lo que el conocía existe. Ya no había campos verdes, ni aves, ni nada, sólo casas y gente que él, nunca había visto en su vida.
Siente un terrible temor, un temor que nunca había sentido y su cuerpo tiembla, no sabe el por qué de ese lugar. Una mujer de unos 30 años, se le acerca y le dice:

- Abuelito… ¿Qué es lo que tiene?… ¿se ha perdido?

Se aterra al oír esas palabras, y entre si piensa:
- ¿Por qué me dice abuelito?... si soy solamente un niño.

Se le da por mirar sus manos y estás no eran pequeñas, sino largas y desgastadas, arrugadas y temblorosas. Y entonces empieza a llorar amargamente.
- ¿Qué es lo que tiene, abuelito?… ¿Por qué llora?

Con su voz melancólica y añejada responde:
- ¡Busco a mi madre!… ¡Busco a mi madrecita!…

sábado, 18 de septiembre de 2010

Tan bella como las estrellas...


Vestigios de recuerdos a punto de ser olvidados en aquella noche de agonizante invierno.
Las olas con sus manos heladas dibujan extrañas figuras en la orilla de la playa, arañas marinas creando velozmente sus oscuros escondrijos, paisaje tranquilo y sosegante.
A lo lejos, barcos se mecen con el vaivén de un mar embravecido por el oculto dolor del dios marino.
Las luces de la ciudad se ven como luciérnagas que guardan obscuros secretos de seres egoístas e infames. Pensando, dubitativo en mi soledad, no hay nadie más junto a mi; sólo el mar con su manto negro azulado, la luna vestida con su hábito níveo, las estrellas silbantes y argentaras, un raspante cometa acariciando la orbita fuliginosa del planeta, y el grito furtivo de algún ave perdida por su bandada.
El ruido que llega a mis oídos se detiene, la luz de la luna parece apagarse, uno a uno se va silenciando los murmullos de las estrellas y las olas del mar se calman, transformándose en una bella laguna encantada.
El viento deja de mover todo a su alrededor, volviéndose sólo en un simple aliento que se va muriendo de apoco.
Delante mío, una bella figura de mujer; blanca como la luna, de pelo dorado como ninguno, de ojos almendrados, de ojos azules jamás imaginados. En la oscuridad tenue del firmamento un bello ángel toca una preciosa sonata, que hace cicatrizar etéreos desconsuelos.
La belleza de mujer baila delicadamente con su vestido inmaculado, con su sonrisa clara, con sus brazos describiendo ritmos y armonías que parecieran crear bellos luceros. El océano acaricia suavemente sus suaves y albos pies.

Belleza pura y virginal,
si te vieran las diosas olímpicas,
cuanta envidia te tendrán.

De pronto deja de bailar, mira el cielo y luego el mar:

Una mirada triste en lo infinito de su mirar,
una mirada dulce que agoniza inmortal,
una mirada perdida que acallan su lúgubre eternidad.

Gira lentamente su cabeza y me mira a los ojos, mi cuerpo siente una electricidad que recorre mis dolientes venas.
Abre sus brazos invitándome a su lado, su mirada es de un ruego angustiado por un dolor desquiciado que ansió conocer.
Me acerco lentamente, sin saber realmente que hacer, pasan violentamente mis pensamientos sin sentido alguno.
Mi cuerpo se congela, mis sienes están apunto de estallar, percibo sus delicados brazos rodeando mi alma y su cabeza delicada toca mi pecho.
Se impregna en mis sentidos el perfume de una rosa blanca recién nacida por el beso de la primavera, mis manos se rinden a la tentación y acarician sus dorados, extensos y acicalados cabellos.
Su voz toca delicadamente mis oídos y me dice entre ruegos:
-¡Amor de mi vida!…, ¿Por qué tardaste tanto en llegar al lado, de tu amada?
La abrazo fuertemente, cierro mis ojos y no digo nada, no puedo decir nada, sólo acariciaba su ser con los latidos de mi corazón, quedando en él, su inmenso amor que me hacia feliz como nunca lo había imaginado.
No sé cuanto tiempo pasó, cuantas horas, minutos y segundos habré estado así junto a ella, pero quise volver a ver su rostro, sus ojos delicados y deslumbrantes como un universo infinito lleno de estrellas y cuásares.
Su sonrisa… su figura… su rasgo de princesa de bellos reinos.
La aparte un poco de mi lado, y sólo vi… delante de mí… ¡un cadáver!
Un cadáver con un vestido blanco, con una sonrisa macabra, con un rostro sin ojos, con un pelo menguado por la insidia del temible hades.
Pensaran que grite de terror, que la aparte violentamente de mi lado, que huí despavorido de aquel lugar, tratando de olvidar lo vivido.
Pero no, no lo hice, sólo la abracé fuertemente y lloré como nunca lo había hecho, y le dije:
¿Por qué amor de mi vida?..., ¿Por qué tarde tanto en llegar a tu lado?...
El día es lindo y hermoso, los árboles reverdecen tan bellamente que las aves cantan preciosas melodías, los cielos son deliciosamente azules con ribetes bordados de blanco. Un sol preciosamente dorado ilumina el vecindario.
Despierta entonces, una blonda niña y estirando sus delicados brazos dice:
- Que lindo sueño he tenido, se lo voy a contar a mi amiga.
Busca su celular y no lo encuentra.
- ¿Donde lo he dejado?... ¿Dónde lo he dejado? – moviendo graciosamente sus ojos almendrados.
Cuando al fin lo encuentra, dice:
- ¿Para qué lo buscaba?... ¡Ay!... ¿Por qué será que me olvido de todo?- y ríe graciosamente, encogiéndose de hombros.
Si, tan solo había sido un sueño, un sueño de una graciosa niña, tan rubia como el sol y tan bella como las estrellas.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Un cuento para dormir... (Killer)

Y era el vigésimo cuarto perro que moría entre estertores de baba y sangre, en medio del llanto del dueño, impotente de hacer algo.
- ¡Maldita vieja, me la va a pagar!
Fue raudamente a la casa de Doña Ernestina, el odio que le tenia a todo animal doméstico era conocido en aquel barrio, perros, gatos de distintas razas, morían ante el cruel bocado de carne combinado con vidrio molido, en vano era tratar de llevar la mascota a un veterinario, porque la muerte era una marca que en aquel momento era imposible de evitar.
- ¡Salga maldita bruja, salga de ahí! - vociferaba con todas sus fuerzas aquel muchacho de unos 16 años.
Y de tanto escándalo que hizo, apareció delante de él, el hijo de doña Ernestina; un mestizo de unos 23 años: corpulento, enorme, de cabellos negros hirsutos.
- ¡Qué carajos quieres imbécil!
- ¡La maldita de tu madre ha matado a mi pobre perro!
- ¡Y que mierda quieres que haga que llore cómo tú, maldito maricón! - y soltó una fuerte carcajada que hizo enfurecer a Pedro.
Se enfrascaron en una violenta pelea pero, para desgracia de Pedro, la diferencia de estatura como de masa muscular estaba en su contra.
- ¡Lárgate maldito idiota, sino quieres acabar igual que tu asqueroso perro!
El pobre Pedro todo ensangrentado, se alejó de aquel lugar, llevándose junto a su adolecido cuerpo, el cadáver de su can. Todos en el barrio odiaban a la vieja Ernestina, si fuera por ellos, le dieran de comer de su propio bocado, pero el temor que le tenían a Killer era aún más.
Killer era el jefe de una pandilla que asaltaba transeúntes, así como a cualquier negocio que habían por aquel lugar; su habilidad para la pelea cuerpo a cuerpo, era casi una leyenda. Se dice que una vez se enfrentó con tres tipos y a todos ellos los venció en unos instantes, no le temía a nada ni a nadie, y nadie se atrevía a darle la contra.
Perro pequeño que encontraba le tiraba una furibunda patada que el pobre animal moría al instante de recibirla.
Son las 10:30 de la noche, día 31 de octubre. El killer estaba en plena fiesta organizada por uno de sus cómplices de fechorías: Mujeres, cerveza y algún otro alucinógeno, abundaban a raudales.
Ya eran las 3:30 de la madrugada y el tremendo fiestón hace una hora que había acabado.
- ¡Oye killer!... Ya levántate y vete a tu casa a seguir durmiendo, porque tengo que limpiar todo esto.
Se levantó, no dijo nada. Como siempre lo hacia, pasó por la plazuela que está a dos cuadras de su casa, le da ganas de orinar y lo hace ahí mismo, sin temor a nada, porque no había absolutamente nadie. Termina lo que empezó y de pronto siente que alguien lo mira y enfoca más su mirada, ve que un pequeño perro lo esta mirando.
- ¡Maldito perro, si estuviera cerca de mi ya estarías bien muerto!
Empieza a caminar y escucha unos pasos detrás de él, voltea y se da con la sorpresa que era el perro quien lo seguía. Espera que esté muy cerca, cuando de pronto lanza un tremendo patadón que hace volar por los aires al pequeño can, emitiendo un lastimero grito.
- ¡Jajajajajaja!, ves asqueroso animal por seguirme.
Vuelve a seguir su camino, cuando siente otra vez los pasos detrás de él. Voltea nuevamente y ve que era el mismo perro, no sabe porqué, pero siente un helado aire que se cobija en su nuca. Trata de dar otra vez el mismo golpe, mas el resultado no es el mismo, y lo que es aún más extraño, escucha una risa burlona que se ríe de él.
Mira los cielos eternamente negros y una media luna sanguinolenta se había apoderado de ellos.
Una voz medrosa retumba en sus palpitantes sienes:

Arioch claimable vestri animus
¡filius unchaste!
¡filius unchaste ¡

Son los débiles que piden venganza
con sus lágrimas hechos venenos
de azufre y cieno
de azufre y cieno.

Aspice in horam,
et memento mori.
Aspice in horam,
et memento mori.


- ¡Pero qué carajos sucede! - vocifera como queriéndose darse valor.
Apura el paso, oye el mismo sonido detrás de él, solo que esta vez es más fuerte, mira de reojo y ve que aquel perro se había hecho más grande.
- ¡Justo un piedrón! - la encuentra delante de su camino, la recoge y la lanza con todas sus fuerzas contra el can.
- ¡Jajajajaja!, ves perro estúpido, yo no le temo a nada.
Los ojos del perro empiezan a brillar diabólicamente y repite las mismas palabras, pero más hondamente, guturalmente.
El camino se le hace largo al indómito killer; todo su cuerpo empieza a temblarle de temor, su frente se halla inundada de sudor cadavérico. Trata de correr, mas sus piernas las siente muy pesadas, los pasos detrás de él se hacen más fuerte y teme voltear para ver qué es lo que le persigue.
- ¿Por qué no volteas, maricón? - escucha la misma voz que antes había oído y se da valor y voltea.
El perro ya no era pequeño, ni mediano, sino era un ser monstruoso con enormes quijadas cubiertas por filudos dientes, tocadas por lenguas extensas, viperinas, bífidas.
Su cuerpo estaba compuesto por una enorme cantidad de cadáveres putrefactos de animales asesinados por gente cruel igual a él, le parece ver que se mueven y aúllan entre si.
Empieza a correr con todas sus fuerzas y los pasos detrás se oyen aún más cercanos, mira alrededor suyo y una extensa niebla violácea va cubriendo velozmente el lugar por donde transita, sonidos incontables se oyen en las desiertas calles.
De lado a lado aparecen los perros que él y su madre habían asesinado, se encrespan y empiezan a ladrar con furia; corren en dirección del gigantesco animal y se unen a su cuerpo emitiendo un terrorífico sonido, como de huesos quebrados violentamente.
Killer estupefacto empieza a llorar y trata de decir alguna oración que de pequeño le habían enseñado, pero solo puede balbucear ininteligiblemente unas palabras. Una espantosa carcajada se oye por todas partes y nadie absolutamente nadie se atreve averiguar que es lo que sucede afuera.
Llega a tocar la puerta de su casa violentamente, gritando:
- ¡Mamá, abre, mamá, abre por favor!
- ¡Ya voy, ya voy!... ¿Tanto es el apuro?
La vieja Ernestina, ve como su hijo está pálido, sin nada de sangre en su rostro y con sus ojos desorbitados mirando su lado izquierdo; cuando de un momento a otro, observa como una gigantesca boca coge el cuerpo de su único vástago, el abominable animal sacude con fuerza y la cabeza salta irasciblemente por los aires y cae justamente en las manos de la madre, ésta emite un terrible grito y se derrumba pesadamente.
A primera luz de la mañana, los vecinos encuentran el cadáver de la vieja Ernestina con los ojos apunto de salir de sus cuencas, botando espuma por la boca, y en su pecho la cabeza cercenada de su temido hijo.

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Es 31 de octubre del año siguiente y todos se ocultan temprano en sus casas porque, temen oír los gritos de espanto del temido killer, las lágrimas de la vieja Ernestina y el bramido horripilante del gigantesco Cerberus dante.


miércoles, 8 de septiembre de 2010

Sólo mi flor...



No, no me gustan las flores, que coquetean en las alboradas, que mueren lentamente por sentir que cualquiera que pase las toque y les diga lisonjas que realmente no valen nada.
Son incipientes aquellas variopintas damas, todas perifolladas, creen tener a la Atenea en sus corolas calcarías.
No, no, no me gustan las plantas de los jardineros, que llegan a distintas horas y ellas con solo nimiedades entregan hasta el alma.
No, no, no me gustan esas señoritas que otros ya saben que no ovulan por las tardes, sino por las madrugadas.
Quiero, amo, y adoro sólo a mi flor que yace dormidita esperando que regrese para darle los mimos, y los cuidados, que su corazoncito reclama.
Soy un tonto, un idiota, si, si, quizas, pero que puedo hacer si solamente soy un principe, que tiene un planeta, una flor y un solo amor.

sábado, 14 de agosto de 2010

Las estrellas...

A veces, cuando estoy solo, me gusta ir a lo apartado del bullicio, donde no se encuentran las risas falsas, los pesares o las desilusiones, me gusta liberarme de todo y echarme sobre el manto cuasi verde del invierno o de los rayos del sol que de vez en cuando despierta; y las horas pasan rápidamente y me encuentro bajo la luz tenue de las estrellas que brillan en ese lugar donde ellas son más que puntitos de colores, si tengo suerte veo como un cometa pasa raudamente y al tocarlas hace que tintineen con una musiquita de tristeza parecida a las lágrimas.

Son tantas, incontables, bellas, lindas, enanitas y hermosas como luciérnagas y no sé por qué, me acuerdo de ti, y pienso si aún me esperas en mi pequeño mundo, donde mis volcanes y mis baobabs eran mis únicas compañías, me pregunto si aún tienes tus espinas, si aún deseas ser una mariposita rubí que vuela en mi pequeño jardín.

Me pregunto si aún me quieres y me lloras en tu soledad, si aún deseas que vuelva junto a ti pero no, no, no es bueno que me engañe porque para ti el orgullo fue siempre más grande que el amor.

Si me preguntaras si aún te quiero, sólo mira las estrellas desde donde estés, que ellas siempre estarán ahí queditas, llorando por ti.



jueves, 5 de agosto de 2010

Epigrama III...

Ojos que embarran
a lo que no puede tener
siempre una sorna
en su garfio que es jerez.
Todo lo ve pequeño
porque su hombría
es del eunuco su alquiler.
Risa de carambola
en la chirinola.
Así es éste
¡pardiez!
pendejo
y de mal querer.
Y no se lo digo a la una y punto,
sino a las tres.



jueves, 29 de julio de 2010

Quien...

¿Quien te amará?

Más que tu padre
Más que tu madre
Más que tus hermanos
Más que tu familia entera

Más que el sol que sonríe
en tus alegrías
Más que la luna
que llora en tus penas

Más que las estrellas
que suspiran
en tus fantasías
Más que Eros
que te anhela
en sus quimeras.

¿Quien te amará?
más que el mar
azul y galán
que recorre tu ser entero
de rubicán

Quien te amará
más que tu sombra
cómplice
de tus secretos.

Más que el viento
privilegiado en tocar
tu cuerpo.

¿Quien, quien te amara
en está vida
y más allá de ella?

Sino más que mi pobre corazón
celoso de no tener,
todo tu amor.



domingo, 18 de julio de 2010

Aún...


Y agarras el lápiz, y dibujas todo lo que está en tu entorno: La sala, la cocina, el dormitorio, los enseres, los artefactos, el perro, el gato, el canario, el jardín, la moto, el auto; los cielos por las mañanas, por las tardes, por las noches o en las madrugadas. Tus ojos se mueven de un lado a otro y en cada uno de ellos se impregna un instante.

Tus manos blancas de porcelana, trazan líneas que van creando un maravilloso paraíso de éste mundo opaco.

No están clavados los individuos irrisorios en tus papeles que fueron blancos, hay sonrisas de niños jugueteando, de madres arrullando a sus hijos recién nacidos, de padres felices que le compran un humilde regalo a sus vástagos.

Y te miro de reojo, y me place verte así, ensimismada en tus sombras calcáreas, tu pelo rojo cubriendo tu rostro , y tú, recogiéndolos en un lazo rosado, y llega el momento en que decides trazar mis formas en tu vergel cándido, me miras de cuando en cuando y me pides que no me mueva, sonrío y complazco tus deseos, y de tanto en tanto tus ojos azules se encuentran con los míos y aparece en tus mejillas mi rubor amado, porque entiendo que a pesar del tiempo aún sientes el mismo sentimiento que concebimos, cuando aprendimos a amarnos.

lunes, 5 de julio de 2010

Epigrama II...

Mire
cuanto es mi valía
que yo sólo escribo uno
y usted cien herrerías.

Vaya, quien lo diría
que un sátrapa
como vuestra merced
tenga el túnel como cofradía
¿y cómo devotos?
a las ratas de alcantarilla.

Que para que me iguale su señoría
le falta volver a nacer
y tener como padres
a los titanes de la mitología.



jueves, 24 de junio de 2010

Sexo deseo y Amor... (Tercera Parte)

Su rostro delicado, casi tenue, bien perfilado estaba estático, y sus ojos sólo miraban un futuro que ya no existía. Me volvió la culpa a cubrirme completamente, me agache hasta tocar sus manos con mis labios y las besé, a diferencia de los demás especímenes cercanos a mi estirpe yo tengo la habilidad de cubrir las marcas de mis vehemencias con sólo tocarla y así lo hice, toque su cuello y desaparecieron.
Me volví a vestir y antes de salir de la habitación la cubrí con un delicado tul que por ahí se encontraba. Recogí mis cabellos, haciendo una cola con ellos y me dispuse a bajar al salón principal. Parejas discordes andaban de un lugar a otro, conversando entre ellos, aunándose a otros.
Las hembras iban vestidas con trajes elegantes, brillantes, que dejaban poco para la imaginación, sus cuellos iban adornados con joyas exquisitas que hacían juego con las muñecas de sus manos y los de sus orejas.
Me llamo la atención una mujer de cabellos negros, extensos como un suspiro enamorado, se encontraba sentada en la sala de estar, lejos del bullicio de los demás. No estaba sola, estaba acompañada por un varón alto de pelo castaño, corto, lacio, pegado al cráneo.
Me senté al lado izquierdo de ellos, precisamente en otro mueble unipersonal. Encendí un cigarro y de reojo los miraba. El acariciaba sus cabellos brunos y ella no decía nada, se acercó una mujer rubia de más o menos 38 años, le hablo algo al oído y él se paro y se fue con ella.
Sólo estábamos los dos, y en eso ella me preguntó:
- ¿Es un Midnight Madness, lo que fumas?
Le sonríe y le conteste:
- En efecto… ¿desea uno?
Ella sonrió y muy gustosa acepto uno, se lo encendí y regrese a mi lugar.
- ¿No eres de este lugar?... ¿no es cierto?... Por qué nunca te había visto en ninguna reunión organizada por los dueños de casa.
- Así es, sinceramente no conozco a nadie, sin embargo, me dieron ganas de ingresar y así lo hice.
Ella rió y me dijo:
- Eres sincero.
Me empezó hablar de diferentes cosas, que yo contestaba de igual manera, mas lo que realmente estaba mirando era la beldad de su cuerpo.
Blanco, excesivamente podría decir, un vestido transparente, negro, no llevaba nada que le cubriera sus senos a excepción de algunos puntos estratégicos que el propio vestido que llevaba cubría. Un collar de diamantes, y toda la parafernalia que se ponen las mujeres de una clase extremadamente acomodada.
Estaba mirando extasiado la preciosidad de sus piernas, cuando me dice:
- Tu n'es pas pour rien subtil
Empecé a reír, y le dije:
- Solo cuando lo que está delante de uno, merece la pena admirarlo.
Ella sonrió muy graciosamente y me contestó:
- ¿Así ya tenga dueño lo que miras?
- Con mirar no lastimo a nadie- le contesté.
Volvió a reír, solo que esta vez sus hermosos ojos de cielo brillaron de una forma muy extraña.
- Tus ojos tienen un color muy raro… ¿Por qué no te acercas, para admirarlos bien?
En eso que me levanto para acercarme a ella, cuando regresa el novio con la mujer rubia de mirar esmeralda pero, además venia con ellos, una mujer negra, alta, hermosísima, de ojos grandes e igualmente azabaches (en esos precisos momentos me enteré que era la dueña de la mansión).
- Sophie, mejor nos vamos, ya me despedí de Lorraine (la dueña de la casa) y de Guillaume (dueño y benefactor de todo lo que había en ese lugar)
Guillaume, un rubio y archiconocido magnate de la industria inmobiliaria, según decían fue un playboy en toda la extensión de la palabra hasta que conoció a Lorraine, y solo tuvo ojos para ella, una mujer muy hermosa, sin los rasgos toscos que caracterizan a las personas de su color (lo que hace ser a veces como animales sin razonamiento de cuatro patas).
Miraba perplejo la suavidad y brillo de sus poros de ébano, la perfección de sus pies, muy delicadamente esculpidos sin tener la deformidad que otras hembras tienen, era un éxtasis lascivo admirarla, en eso siento una punzante mirada hacia mi persona y giro la cabeza para darme con la sorpresa de ver que era Sophie que me miraba con una extraña ira como si yo fuera algo suyo.
Su novio, el altivo y de buena presencia, Martuan, la miro y me miro extrañado por la aptitud de su mujer para conmigo, sólo les sonreí y continúe con el recorrido de mis ojos ante la dueña de la mansión, ella se dio cuenta y volteo, me quedo mirando y sus labios carnosos se estirando regalándome una coqueta sonrisa.
La mujer rubia, nos miró y dijo:
- Señora Lorraine su esposo necesita de su presencia, ya es hora de que se cumpla lo acordado.
- Por supuesto Madelaine, en un momento estoy con ustedes.
Se me acerco, me miró a los ojos y me dijo:
- Si deseas puedes acompañarnos.
- Será un placer – le contesté esbozándole una sonrisa.
En eso salen del salón principal un grupo de más o menos quince mujeres y rodean al novio de Sophie.
- Martuan, Martuan, cántanos una canción o recita algo de tu inspiración, por favor.
- En unos momentos estoy con ustedes beldades.
Todas empezaron a reír estúpidamente, sobre todo una rubia de ojos verdes que lo tenía asido muy fuerte de un brazo (un dejo muy raro tenia a pronunciar palabras).
- Des femmes il ne manquent jamais aux poètes ou troubadours de bonne présence, ainsi consistez en ce que ses cantiques sont difficiles de connaître.
Las que me oyeron empezaron a reír disimuladamente y la rubia que acompañaba a Martuan, me miró y sonrío muy coquetamente.
- Verpassen Sie nie tausend liebt - sólo Sophie me miro en forma irónica.
Casi todos se fueron al gran salón, a excepción de Sophie que se me acercó, diciéndome:
- ¿No deseas entretenerte en mejor forma que esos aburridos?
Le mostré un poco de falsa alegría en mi rostro y la seguí, si era para lo que estaba pensando realmente no tenia las ganas necesarias para realizarlo pero, bueno, con seguirla no perdía nada.
Subimos al segundo piso de la mansión, pensé que me llevaría al mismo lugar donde se encontraba el cuerpo de aquella infeliz, me equivoque, me llevo a otro lugar, cercano a ese.
Estaba pensativo, cuando una suave melodía cruzo mis oídos, la habitación se ilumino tenuemente y la hermosa Sophie empezó a moverse cadenciosamente, se fue despojando de sus atuendos quedando totalmente desnuda, se abre la puerta de la habitación y entre la tenue luz aparece la misma rubia de ojos verdes que acompañaba a Martuan.
- ¿Puedo unirme a ustedes? – Sophie sonrío y dijo: Por supuesto.
Empezó a desnudarse con la ayuda de los besos y caricias de Sophie. Era una imagen muy erótica y sensual, sin embargo, no sentía ninguna excitación ya que un extraño aroma recorría mis fosas nasales, era algo inexplicable que sentía.
- Ven, ven, únetenos – Me dijeron las dos al unísono.
- Perdonen ambas, no estoy de ánimos.
Las dos me miraron con ira y desdén, sin embargo, la rubia se apartó por un momento y llamo a alguien con esos aparatos que hoy abundan.
Tocaron la puerta y apareció la figura del tipo que cuidaba la entrada de la Mansión, si, era el mismo que no quiso que entrara sin invitación. Lo miré y mostré ironía en mi rostro, al tipo no le agrado esa aptitud y se acerco para decirme algo, mas las dos le empezaron hacer caricias y llenarlo de besos por todas partes, lo despojaron de sus atuendos, era un tipo enorme de 2.20 mts de estatura, sin embargo su osadía no era tan descomunal como algunos pensarían, ¡ja!
Ni el color, ni el tamaño pueden ser preludio para algo extremadamente excitante, me senté y encendí un cigarro. Era un extraño contraste que se movía delante de mis ojos, piernas, brazos, cuerpos jadeantes, desnudos, palabras inconclusas, lamidas, posiciones, succiones, nada para la imaginación.
Siempre me he preguntado si de esa manera se puede satisfacer a una mujer, algo muy mundano y sucio aun para mí.
El tipo cumplía con lo que podía con las dos, entre sus brazos tenia a la rubia de ojos verdes, penetrándola y tocando sus labios con el suyo, mientras Sophie acariciaba con su lengua la unión de los dos.
Il sesso può essere qualcosa di monotono e per niente eccitante.
El tipo cayó rendido sobre el lecho con olor a sudores de macho y hembras, las dos lo acariciaban, lo besaban y absorbían por completo todo rastro del fluvial lechoso del negro.
Me levanté hastiado de lo presenciado y me dispuse a irme cuando las dos, empezaron a reír tontamente, diciéndome:
- De lo que te perdiste, pero si deseas aún no es tarde.
- No lo creo porque no soy un perro, y menos estaría en el mismo lugar donde ha estado ese adefesio de hombre.
El tipo se levantó rápidamente y dijo:
- Te partiré en dos y arrancare tu cabeza de un solo golpe maldito marica.
- Jajajaja… desearía ver eso con ansias – le contesté.
Se lanzo furibundo contra mí, tiro una patada y un derechazo a mi dirección.
- ¡Qué lentitud, por dios!
- Mátalo, mátalo a ese imbécil – azuzaban las dos al unísono.
Las voces chirriantes de las dos mujeres y los movimientos lerdos del tipo me hartaron, y decidí acabar con todo de una buena vez. Un golpe violento lance en el centro de su pecho, crujieron los huesos, y el tipo cayo arrodillado, botando de su boca sangre a raudales, quedando muerto, muerto completamente.
Las dos mujeres se quedaron perplejas, estáticas y fue en ese momento que me di cuenta que tenían unas sortijas de bronce en sus dedos.
- Vaya, a eso se debía el olor que percibía sin poder explicármelo.
Ellas no se movían, y me les acerqué dispuesto a terminar con su asombro, cuando en eso siento un golpe furibundo en la nuca.
- ¡Maldición!... quien a podido hacerme esto.
Voltee y tan solo vi una figura que me pareció muy conocida.
- Así, que fuiste tú.
Escuche las risas burlonas de las dos mujeres, antes de perder por completo los sentidos, no sé cuanto tiempo paso, pero me encontré al despertar en un lugar rodeado de las mismas personas que estaban en el gran salón, sólo que estaban vestidos por túnicas muy blancas.
Estaba completamente desnudo encadenado o agazapado en una gran cruz de metal, mis tobillos, las muñecas y mi cuello estaban asidos al frío acero.
Lorraine, se acerco hacia mí vestida completamente de negro y les dijo a todos:
- Damas y caballeros, lo que tanto ansiamos en nuestras vidas tener como invitado especial, hoy lo tenemos junto a nosotros, al todopoderoso y juez indómito de los avernos, al omnipotente y cruel… Radamantys.
Empezaron todos a burlarse con estruendosa carcajadas de mí.
- ¡Malditos engendros, los mataré a todos, a todos!
En la cúpula de cristal, de esa habitación, se hallaba la Luna blanca y hermosa en su cenit y recordé en ese momento la predicción de la gitana.